Vendimia 2025: Lo que quiere asomar pero no se atreve
- Patricia Slukich
- 9 mar
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 18 mar

Hace varios años ya, tal vez con más decisión en la última década (quitemos de en medio la pandemia), se percibe que en los espectáculos de Vendimia los creadores hacen el intento de establecer un registro ligado al teatro musical (ya en algunas reseñas que hice anteriormente para Los Andes dejé unos rastros sobre esta intención). No es desacertada la idea porque esta puesta en escena navega en las aguas de tres códigos narrativos: el textual, el visual-escénico y el sonoro.

Dejemos de lado, de una vez por todas, que Vendimia es un género en sí mismo: desde la perspectiva teatral, este espectáculo bien puede inscribirse en los márgenes de la danza-teatro u otros experimentos escénicos contemporáneos. No importa cuánto insistan los creadores artísticos locales al respecto, el teatro en conjunción con el lenguaje audiovisual y la música viene dando casos de estos cruces desde hace más de cinco décadas; ejemplos hay sobrados en el mundo, desde las producciones de La Fura del Baus hasta Peter Brook, pasando por Ariane Mnouchkine, el Teatro de Los Andes de César Brie o Bob Wilson.
Así las cosas, si no es un género per se, hay dos tendencias muy marcadas desde hace más de tres décadas sobre cómo plantear este espectáculo: o con una mirada puesta en la industria cultural y sus productos; o como una experimentación escénica que se valga de los códigos antes mencionados para montarlos en la puesta. Todo depende del equipo artístico que gane el concurso: si se trata de quienes entienden a la teatralidad como un planteo industrial -o sea, una fórmula mainstream- (Alejandro Grigor, Franco Agüero, Héctor Moreno o Golondrina Ruiz), la puesta adscribirá a la primera opción: el show. Si los que ganan son puestistas que provienen del universo teatral (como Vilma Rúpolo, Guillermo Troncoso, Arístides Vargas, Alicia Casares o Alejandro Conte), la obra navegará en las aguas de la experimentación.
Ninguna de las dos concepciones de la puesta es mala, solo marca el rumbo por el que irá el espectáculo. Aunque sería bueno que el concurso al que se presentan estos equipos establezca de una vez por todas cuál es la índole que debería tener la obra para sus lineamientos: si enfocada a la masividad o entregada a las búsquedas estilísticas y poéticas. Con la fórmula de: "huarpes+inmigrantes+San Martín+Virgen de la Carrodilla+industria vitivinícola+Mendoza pujante", no es suficiente; mejor dicho, la fórmula debería acentarse en el género, que es como se catalogan las obras de la industria cultural (comedia, musical, drama, etc.). Dicho todo esto ubicamos a "Guardiana del vino eterno" de Franco Agüero en un intento, un esbozo tímido, del teatro musical.

Sobre la trama-guía de esta fórmula nos dice el dossier: "La esencia de una bodega despierta al oír a la tierra, alumbrar nuevos retoños de vides; entonces revive con ella, su misión de resguardo y su pacto con la tierra: preparar al vino, que llevará al pueblo de Mendoza a la eternidad".
Los elementos del teatro musical están sobre el escenario. Ellos son los personajes principales destinados a ir trenzando los textos con los cuadros musicales: la Guardiana (la cantora Gabriela Fernández que está muy bien en su papel absolutamente preponderante), el vino (Antón Deputat), el Roble (Juan Pablo Roca Serdió), los Taninos (Nicolás Gómez, Agustín Díaz y Nahuel Arce). Pero de estos artistas solo Gabriela Fernández es la que canta para acompañar a las coreografías. Está la estructura narrativa pensada como si así fuera, un teatro musical. El problema es que tal estructura falla en el montaje de textos, imagen y música. Así las cosas: nada se entiende.
En un espectáculo, cuando la estructura narrativa tiene problemas de conexión y coherencia todo se desmorona. Es lo que pasa en "Guardiana del vino eterno", con guión de Paula Barbuzza (para la puesta anterior de Agüero, "Juglares de Vendimia", lo escribió Jorgelina Flores). Las transiciones están tímidamente esbozadas como un musical en el que solo uno de los personajes acompaña con el canto (por lo tanto no termina de ser un musical). Y como no es ni lo uno, ni lo otro: es nada, o un confuso devenir de cuadros más o menos logrados en sus registros lingüísticos (algunos en lo visual, otros en lo musical; ninguno en lo textual porque la excesiva adjetivación, las metáforas rebuscadas, el barroquismo, no generan potencia sino todo lo contrario). Basta el ejemplo el momento de "Hombres tomando vino": muy logrado en lo escénico pero incomprensible en lo narrativo, ¿a qué crisis vitivinícola se refiere? o el del vino que gana los mercados del mundo: ¿Hawai?, ¿Israel?, ¿Irlanda? ¿África?; ¿qué caprichosa selección es esa y por qué? Intuimos que la intención es la expanción a los continentes pero no se encuentran los signos adecuados para expresarlo sobre el escenario.

También hay debilidades en la puesta y la idea del dispositivo desplegado en el espacio escénico. Poner sobre el escenario "toda la carne del asador a la vez y todo el tiempo" no le entrega fuerza narrativa ni climas al espectáculo, sino que lo vuelve un monocorde suceder de situaciones. Los picos de tensión y distención necesarios para que cada "momento fuerte del relato" se exprese no existen y esto lesiona la transcripción de ya una estructura narrativa endeble.
Claro que hay logros en esta puesta. Porque, aún con todos estos cuestionamientos, el espectáculo en líneas generales luce prolijo y tiene momentos hermosos: el cuadro de la Virgen de la Carrodilla, o el de los taninos son dos ejemplos. Pero los logros, en un concepto que no se atreve a presentarse como lo que querría ser (teatro musical) son elementos sueltos: las hermosas ilustraciones de Andrés Casciani que eligió Sergio Sánchez para el audiovisual. El contorneo de la luz en los cuadros, algunas canciones de la banda sonora, (a criterio de quien escribe) la acertada decisión de no plantear el cuadro de los inmigrantes como un devenir de vestuarios y músicas propios de cada país sino que sea la música y el baile del malambo los que funcionen como nexo, quitar al tango como golpe de efecto, y dejar que la música folclórica se exprese en todas sus variantes.

En suma, "Guardiana del vino eterno" no será una puesta que recordemos en la historia de Vendimia. Pero sí cumple con su premisa de ser humilde en tiempos de carencias económicas; prolija, en términos de elementos coreográficos, de vestuario y utilería; eminentemente folclórica, intentando incluso darle protagonismo a nuestros músicos y compositores; y deja al descubierto la sangre que los artistas mendocinos le ponen a esta obra más allá de sus destinos para el análisis.
LA FICHA
"Guardiana del vino eterno"
Guion: Paula Carolina Rafaela Barbuzza.
Dirección general: Franco Emmanuel Agüero.
Dirección audiovisual: Sergio Darío Sánchez.
Dirección coreográfica: Paula Carolina Rafaela Barbuzza.
Dirección de actores: Francisco Santiago Molina.
Dirección musical: José Darío Maugeri.
Responsable idea escenográfica: arq. Florencia Aldana García Alcaraz.
Responsable cajas lumínicas: Felipe Santiago Gerardi.
Director técnico: Fernando Miguel Lorenzo.
Asistente de iluminación: Darío Gilberto Mad.
Asistente de sonido: Matías Hernán Jodar.
Responsable de efectos especiales: Marcelo Gerardo Rodríguez.
Jefe de vestuario: Raúl Adrián Di Carlo.
Asistente jefe de vestuario: Vanesa Noel del Valle Cano.
Jefe de maquillaje: Ariel Paulo García.
Responsable de utilería mayor y/o menor: Rodolfo Isaac Carmona.
Productor ejecutivo: Facundo Omar Gallardo.
Asistente de producción ejecutiva: Sara Avelina Verón.
Jefe de traspuntes: Eduardo Alejandro Ortiz.
Asistente de la dirección audiovisual: Emilia Ortega Grebenc.
Asistente coreográfico folklore: Germán Ariel Aciar.
Asistente coreográfico folklore: Johana Elizabeth Ríos Garay.
Asistente coreográfico contemporáneo: Paula Elisa Giuffrida.
Asistente de dirección: Roberto Hugo Budini.
Asistente de dirección actoral: Daniel Moisés Moral.
Exelente análisis de la obra. Insisto q todo espectáculo debe tener este tipo de análisis. Sobre todo en casos como el de este director. Sobre todo porque colabora con el equipo a analizar y mejoras sus perfomans. Bravo👌👍
Cómo austero lo fué, no solo hay pensar en eso sino transmitir la historia y saber vender esta hermosa provincia como lugar turístico y el vino en todo su esplendor ( la vista a las Bodegas). Las costumbres de los habitantes inmigrantes de italianos españoles que son los q tragieron las sepas q dieron origen a esta gran fiesta. Humilde mi opinión, también me gusta el teatro la comedia musical unida a la historia y muy bien representsda con artistas, que los hay y muy buenos.
Al principio los primeros temas sobre la música clásica, pensé la gente de Mendoza lo criticará y así fué.
Esta fiesta servirá de ejemplo para otros , así tanto el que elige y los…